En los últimos años, la logística urbana —la parte llamada “última milla”— se ha convertido en uno de los mayores retos del transporte moderno. Las entregas cada vez más rápidas, la falta de espacios adecuados y normativas diversas están tensionando un sistema ya de por sí exigido. AECOC lo ha advertido con claridad: estamos ante un momento decisivo donde falta coordinación real. Y eso es justamente lo que me ha parecido crucial destacar.
Reconocer el problema: tensiones estructurales en la última milla
AECOC presentó un informe durante su 6.º Congreso Smart Distribution que puso sobre la mesa una realidad clara: la Distribución Urbana de Mercancías (DUM) está viviendo una tensión estructural. El crecimiento constante de la demanda —impulsado por el comercio electrónico— está encontrándose con una infraestructura insuficiente. Esto genera “cuellos de botella” que dificultan la operación logística diaria en las ciudades.
Tres obstáculos que frenan la eficiencia
El informe señala tres frentes principales que agravan esta situación:
Restricciones de acceso cada vez más estrictas, como las Zonas de Bajas Emisiones o horarios limitados para cargar y descargar.
Falta de espacios adecuados para realizar estas operaciones sin generar congestión o peligros.
Costes logísticos crecientes, originados principalmente por la renovación de flotas hacia modelos más sostenibles y una regulación que cada vez exige más.
No es solo un mal momento, es un problema estructural que exige soluciones reales, no parches temporales.
Normativas heterogéneas: un golpe a la planificación
El 70 % de las empresas señala las normativas como el mayor obstáculo para su operativa urbana. Y lo peor: un 60 % reconoce que la diversidad normativa entre municipios está ralentizando los procesos y afectando la competitividad. Planificar ya no es solo manejar rutas y tiempos, también es lidiar con reglamentos distintos en cada calle.
Cooperar como respuesta urgente a la incoherencia normativa
Así lo afirmó José Carlos Espeso, gerente de Movilidad y DUM en AECOC: solo el 3 % percibe que las políticas actuales se ajustan a las necesidades reales. En cambio, un abrumador 83 % coincide en que se necesita una estandarización normativa, ensayada por administraciones públicas y alineada con la hoja de ruta del MITMA.
Esta coordinación no significa imponer una sola norma, sino crear un marco compartido que permita flexibilidad territorial sin romper la coherencia del sistema.
El horizonte regulatorio: más exigencia en el futuro
El horizonte normativo europeo no ayudará a relajar esta presión: la nueva directiva de calidad del aire prevista para 2030 endurecerá límites de emisiones, lo que llevará al 81 % de las ciudades a imponer nuevas restricciones si no se cumplen los objetivos ambientales. Esto acentuará la necesidad de una normativa común que evite una bola de nieve de restricciones dispares.
Soluciones prácticas que empiezan a sonar
AECOC también identificó tendencias que podrían ser parte de la solución:
Descarga nocturna para aprovechar horarios menos saturados (50 %)
Lockers o puntos de conveniencia, para que los consumidores recojan sin generar tráfico (47 %)
Modelos colaborativos, como microhubs, que consolidan entregas (42 %)
Reparto con vehículos alternativos: bicicletas de carga o motos eléctricas (26 %)
Sin embargo, todas estas ideas solo serán posibles si hay voluntad institucional, inversión y agilidad normativa. En palabras de José Carlos Espeso: “la transición solo será posible si empresas y administraciones trabajan juntas en una hoja de ruta común.
Colaboración público‑privada: el camino hacia un reparto eficiente
AECOC destaca la colaboración público‑privada como ingrediente esencial. No puede haber reparto urbano eficiente sin normas claras, sencillas y aplicables. Como subrayó Diego Aparicio (IKEA), si los procesos son simples, se puede alcanzar la eficiencia. Pero no es solo una tarea pública-privada; también hace falta colaboración entre instituciones públicas y entre las empresas.
Tecnología más allá del papel: no basta con sistemas
El 80 % de las empresas ya utiliza sistemas de gestión de transporte (TMS), y el 70 % accede a herramientas más avanzadas a través de proveedores. Pero la tecnología por sí sola no resuelve los cuellos de botella. Por ejemplo, a pesar de la presión por cambiar flotas a modelos más limpios, más de la mitad no ha renovado ni un 10 % de su flota, y solo un 5 % supera el 25 %. La razón: altos costes y falta de ayudas efectivas.
Personas primero: talento, formación y flexibilidad
Es fundamental fortalecer al equipo humano. El informe apunta que el 64 % de las empresas apuesta por mejoras salariales y beneficios, el 48 % impulsa formación y desarrollo, y el 42 % ofrece mayor flexibilidad. No solo son cifras; son claves para retener talento y construir logística urbana eficiente.
Conclusión
Lo que propone AECOC no es una llamada abstracta, sino algo tangible. La falta de coordinación normativa solo añade caos a un sistema ya exigido. Hay soluciones —tecnológicas, operativas, colaborativas—, pero necesitan acompañarse de un marco normativo claro y común. Si no, cada ciudad seguirá construyendo su propio laberinto reglamentario, y la última milla seguirá estancada.
AECOC ha puesto el dedo en la llaga: sin una normativa común y una colaboración real entre administraciones y empresas, la distribución urbana seguirá experimentando cuellos de botella. La solución existe: más regulación coordinada, más innovación, más talento. Y sin duda, más diálogo entre los actores del sistema.