Vivimos en una época donde todo avanza rápido. Y si hay una empresa que encarna esta velocidad, esa es Amazon. Hace unos días, leí una noticia que me dejó pensativo: Amazon quiere reemplazar cerca de 700.000 trabajadores con máquinas para el año 2033. Sí, lo has leído bien. En menos de una década, cientos de miles de personas podrían ver sus puestos de trabajo desaparecer porque un robot lo hace más rápido, más barato y sin descanso.
¿Es esto malo? ¿Es el futuro que nos espera? Vamos a ver lo que está pasando y, sobre todo, qué consecuencias puede tener para todos nosotros, incluso si nunca has trabajado en Amazon.
El gran cambio silencioso
Amazon no lo ha dicho en un gran anuncio con luces y música, pero los datos lo confirman: están metiendo robots y sistemas automáticos en sus centros logísticos a una velocidad impresionante. Actualmente ya tienen más de 750.000 máquinas trabajando en sus almacenes, y están añadiendo alrededor de mil más… ¡cada día!
Lo curioso es que muchos de estos robots no están ahí para ayudar a las personas, sino para reemplazarlas. Y esto no lo digo yo, lo dice la propia empresa. En lugar de contratar a más personas, están invirtiendo millones en tecnología que puede hacer el trabajo sola. ¿El objetivo? Tener almacenes casi sin humanos.
¿Qué trabajos desaparecerán primero?
Los empleos más afectados son los más repetitivos: poner productos en cajas, mover paquetes, llevar artículos de un sitio a otro… En resumen, todo lo que puede hacer una máquina si la programas bien.
Amazon ya tiene tiendas físicas sin cajeros. Entras, coges lo que necesitas y te vas. Todo lo demás lo hace la tecnología. Este modelo se va a extender también a sus almacenes.
Y aunque todavía hay tareas que solo pueden hacer los humanos, como resolver problemas cuando algo falla o supervisar el trabajo de las máquinas, cada vez quedan menos.
¿Por qué Amazon hace esto?
Hay varias razones:
Rapidez: Las máquinas no se cansan ni cometen errores por distracción. Trabajan 24 horas al día, 7 días a la semana.
Ahorro: Aunque la inversión inicial en robots es alta, a largo plazo les sale mucho más barato que pagar salarios, seguros y bajas por enfermedad.
Escalabilidad: Pueden crecer más rápido si no dependen de contratar y formar a miles de personas nuevas.
Seguridad y eficiencia: Algunas tareas son peligrosas o pesadas. Si un robot puede hacerlo, se evita que una persona se lastime.
¿Y qué pasa con la gente?
Aquí viene el gran dilema. ¿Qué pasa con todas esas personas que trabajan en Amazon? ¿Qué pasará con quienes dependen de esos empleos para pagar sus facturas, su comida, sus casas?
Amazon asegura que muchos de los trabajadores serán “recolocados” o que les ofrecerán formación para hacer otras tareas más técnicas. Pero la realidad es que no todos van a poder adaptarse. No es lo mismo empacar una caja que programar un robot. Y por mucho que se intente, no todo el mundo podrá hacer ese salto.
Además, no estamos hablando de unos pocos puestos de trabajo. Estamos hablando de más de 600.000 personas. Eso es casi como toda la población de una ciudad como Zaragoza o Málaga.
El mensaje oculto para otras empresas
Lo que hace Amazon no solo afecta a quienes trabajan allí. También manda un mensaje claro al resto del mundo empresarial: automatizar es rentable. Y eso significa que muchas otras empresas, al ver los resultados de Amazon, empezarán a hacer lo mismo. Es un efecto dominó.
Lo que hoy empieza en los almacenes de Amazon puede terminar mañana en supermercados, fábricas, oficinas o incluso en tu propio trabajo, si no estás preparado para adaptarte a los cambios.
¿Debemos tener miedo?
No se trata de tener miedo, sino de estar preparados. El mundo está cambiando y tenemos que movernos con él. Esto no significa que todos vayamos a perder nuestros trabajos, pero sí que debemos empezar a pensar en cómo podemos ser útiles en un mundo donde las máquinas hacen cada vez más cosas.
Por ejemplo:
Aprender nuevas habilidades, sobre todo digitales.
Buscar trabajos donde el trato humano siga siendo fundamental.
Pensar en cómo podemos ayudar a otros a adaptarse.
La automatización no tiene por qué ser mala si sabemos aprovecharla. Pero si la ignoramos, corremos el riesgo de quedarnos fuera.
Un futuro con menos trabajo humano
Amazon no lo dice claramente, pero su plan es muy sencillo: tener almacenes totalmente automatizados. Según las estimaciones, de aquí a 2033, más de un tercio de su plantilla global actual será reemplazada por sistemas automáticos.
Eso no es dentro de mucho. Es ya. Y este tipo de transformación no solo afecta a quienes trabajan dentro de los almacenes. Afecta a toda la economía, a cómo se reparte el dinero, a cómo se organiza la sociedad.
Si las empresas ganan más gracias a las máquinas, pero los trabajadores pierden sus empleos, ¿quién va a tener dinero para comprar lo que venden?
¿Y ahora qué?
El caso de Amazon nos obliga a hacernos muchas preguntas:
¿Cómo deben adaptarse los trabajadores a esta nueva realidad?
¿Qué responsabilidad tienen las empresas con las personas que sustituyen?
¿Qué papel tienen los gobiernos en este cambio?
No hay respuestas fáciles. Pero lo importante es que se empiece a hablar de ello. Que no miremos hacia otro lado mientras los robots entran por la puerta trasera.
En resumen
Amazon está liderando un cambio que ya está aquí. Un cambio que afectará a millones de personas y que transformará cómo trabajamos y vivimos. Como consultor tecnológico, mi recomendación es clara: tenemos que anticiparnos, aprender, adaptarnos y no quedarnos parados viendo cómo se va el tren.
La automatización no es el enemigo. El enemigo es la falta de preparación. Y todavía estamos a tiempo.