Black Friday: La prueba de fuego para el sector logístico

Cada año, cuando se acerca noviembre, el sector logístico se prepara para algo que ya es parte de nuestras vidas: el Black Friday. Este evento, que comenzó como una jornada de descuentos, se ha convertido en un reto enorme para todas las empresas que se dedican a mover productos, repartir pedidos y cumplir con lo que los consumidores esperan: rapidez, precio y cero errores.

Cada año veo lo mismo: algunas empresas lo afrontan con una planificación clara y salen reforzadas… y otras simplemente sobreviven como pueden. Por eso hoy quiero contarte qué está pasando en este momento, por qué es tan importante y cómo lo están viviendo quienes trabajan dentro del sector.

Una campaña decisiva

La campaña de Black Friday no es solo un día. Son semanas de máxima actividad. Para muchas empresas, representa el 30% o más de toda su facturación anual. Eso significa que lo que ocurra ahora puede definir cómo cierra el año toda la cadena logística.

Los almacenes se llenan de mercancía, los transportistas multiplican sus rutas y los equipos de reparto trabajan al límite. Pero este año, según los últimos datos, hay algo diferente: más presión que nunca y menos personas dispuestas a trabajar en estas condiciones.

Tensión en todos los frentes

Lo primero que hay que tener claro es que el sector está en tensión total. A esto me refiero con varios datos que me han llamado mucho la atención:

  • Muchas empresas dicen estar al límite de su capacidad.

  • El volumen de pedidos ha crecido respecto al año pasado.

  • Faltan manos. Faltan personas preparadas para asumir estos picos de trabajo.

Y esto no es una sensación, es una realidad. Las cifras indican que una gran parte de los profesionales que ahora trabajan en logística está buscando nuevas oportunidades. Y no es por casualidad: el ritmo es muy alto, las condiciones no siempre acompañan y muchas veces no hay una estrategia clara para cuidar a las personas que sostienen toda esta maquinaria.

El reto del talento

Uno de los mayores problemas es este: el talento se está yendo. Es decir, muchas personas que trabajan en logística ya no quieren seguir haciéndolo. Y no porque no les guste el sector, sino porque no se sienten valoradas.

El dato que más me impactó es que casi tres de cada cuatro profesionales logísticos están abiertos a cambiar de trabajo. Eso es una barbaridad.

Y si sumamos a esto que más de la mitad de las empresas temen perder parte de su plantilla en plena campaña… el panorama es preocupante.

Por eso, en lugar de hablar solo de pedidos, rutas o tiempos de entrega, creo que deberíamos hablar también de personas. De cómo hacer para que quienes trabajan en el sector quieran quedarse. Y eso no se arregla solo con un aumento de sueldo puntual. Se arregla escuchando, mejorando turnos, ofreciendo formación y dando estabilidad.

Más pedidos, menos margen de error

El Black Friday es, sobre todo, una prueba de precisión. Todo tiene que salir bien: el producto tiene que estar disponible, el pedido debe prepararse sin errores, el reparto tiene que llegar a tiempo y, si hay una devolución, debe ser rápida y sencilla.

Pero cuando el volumen se dispara, los fallos también aumentan. Y lo peor es que el cliente ya no perdona. Quiere todo perfecto. Y si no lo tiene, cambia de tienda.

Eso significa que las empresas no solo tienen que tener músculo para mover más paquetes, sino sistemas que funcionen, personas preparadas y coordinación total. Porque un pequeño fallo en un pedido puede multiplicarse por miles en cuestión de días.

Una cadena que no puede romperse

La logística es como una cadena: si falla un eslabón, todo se cae. Y en semanas como esta, cualquier detalle cuenta. He visto casos reales donde, por no tener controlado el stock correctamente, se ha perdido el 20 % de las ventas. O situaciones en las que las devoluciones han colapsado el almacén porque no había un plan claro.

Y no hace falta una gran catástrofe para que eso pase. Basta con que un camión no llegue a tiempo o que el sistema de reparto no esté bien organizado.

Por eso, la clave está en anticiparse. No improvisar. Y entender que el Black Friday no es solo un evento comercial, es una operación logística de alto riesgo. Cada decisión cuenta.

El cliente es impaciente… y exigente

Todos lo sabemos: hoy queremos que nos traigan todo a casa en menos de 48 horas. Y si puede ser en 24, mejor. Pero eso tiene un coste enorme para quienes están detrás: más personal, más presión, más vehículos en la calle, más problemas si algo se retrasa.

Y como consumidores, muchas veces no somos conscientes del esfuerzo que hay detrás de cada pedido.

Por eso me parece fundamental poner en valor todo lo que se hace en estas fechas. Y al mismo tiempo, buscar fórmulas para que no todo dependa de la urgencia. Porque si todo se convierte en una carrera contra el reloj, nadie gana a largo plazo.

¿Qué pueden hacer las empresas?

La respuesta no es mágica, pero hay cosas que sí funcionan. Desde mi experiencia, esto es lo que mejor resultado da en estos momentos:

  • Planificación anticipada: las empresas que preparan el Black Friday con meses de antelación sufren mucho menos.

  • Refuerzo de plantilla bien gestionado: no se trata solo de contratar más gente, sino de integrarlos bien y que sepan lo que tienen que hacer desde el primer minuto.

  • Cuidado del equipo actual: darles herramientas, descansos, formación y apoyo. No es un gasto, es una inversión.

  • Uso de tecnología sencilla y útil: no hablo de grandes sistemas complicados, sino de soluciones que mejoren lo que ya tienes sin volverlo más difícil.

  • Organización en las devoluciones: este es uno de los puntos más olvidados, y uno de los que más dolores de cabeza da después.

La logística inversa: el gran olvidado

Una vez que termina el Black Friday, comienza otra campaña silenciosa: la de las devoluciones. Y si no se ha previsto bien, puede convertirse en un caos.

Los almacenes vuelven a llenarse, pero esta vez con productos devueltos, cajas abiertas, embalajes dañados… y todo eso hay que gestionarlo, revisarlo y volver a ponerlo en circulación.

Las empresas que no tienen un sistema claro para esto pierden mucho dinero. Y lo peor: pierden clientes que no quieren volver a comprar si su devolución fue complicada o lenta.

Conclusión: el momento más importante del año

El Black Friday ya no es solo un evento comercial. Para la logística, es el momento más importante del año. Un examen en tiempo real que no permite errores.

Si se hace bien, las empresas ganan dinero, reputación y clientes fieles. Si se hace mal, las consecuencias pueden durar meses.

Siempre digo lo mismo: no se trata de tener más recursos, sino de usarlos mejor. No se trata de correr más, sino de planificar mejor. Y sobre todo, se trata de poner a las personas en el centro. Porque sin ellas, no hay logística que funcione.