Hablar de logística urbana puede sonar a algo lejano, pero en realidad forma parte de nuestra vida diaria. Cada vez que un paquete llega a tu puerta, detrás hay un engranaje enorme de personas, vehículos, rutas y normas que hacen posible que ese envío llegue a tiempo. Y justo ahí está el problema: muchas de esas normas cambian tan rápido o son tan diferentes según la ciudad, que el sector se siente atado de pies y manos para mejorar y crecer.
En un reciente encuentro del sector, el Congreso de Smart Distribution de AECOC, quedó claro que la falta de seguridad normativa es uno de los grandes frenos para que la distribución urbana de mercancías funcione mejor. Hoy quiero contarte por qué, qué consecuencias tiene y qué soluciones se proponen.
Un sector que pide reglas claras
Según el Estudio de Perspectivas AECOC-DUM 2025, elaborado con opiniones de más de 70 empresas de sectores como alimentación, salud, textil y tecnología, el 64 % de las compañías cree que la inseguridad normativa es el principal obstáculo para mejorar la distribución urbana.
¿Y qué significa inseguridad normativa? Que no hay unas reglas estables y unificadas. Lo que es válido en una ciudad, puede no servir en otra. Además, se cambian con frecuencia horarios de reparto, condiciones para acceder a ciertas zonas y requisitos medioambientales. Esto obliga a las empresas a estar adaptando sus operaciones constantemente.
La consecuencia es evidente: si no se sabe con certeza cómo se podrá trabajar mañana, es muy difícil invertir en nuevos vehículos, contratar más personal o probar formas más eficientes de reparto.
Falta de apoyo técnico
El mismo estudio refleja que solo el 8 % de las empresas valora de forma positiva su relación con las administraciones. El 84 % opina que recibe poco apoyo técnico para entender y aplicar las normas. Esto genera confusión, errores y retrasos que afectan tanto a los negocios como a los clientes.
En muchas ocasiones, los equipos logísticos no tienen la información suficiente para saber cómo cumplir al detalle las nuevas reglas. Y si cada ayuntamiento interpreta o aplica las normas de forma distinta, la complejidad aumenta.
Lo que se pide a las administraciones
El sector no se limita a quejarse, también plantea soluciones. Entre las principales demandas están:
Normas homogéneas entre ciudades: que no haya 50 maneras distintas de repartir mercancías según la localidad.
Diálogo constante con las administraciones: para poder anticipar cambios y dar tiempo a adaptarse.
Formación técnica para los responsables municipales: que quienes diseñan las normas conozcan de primera mano las necesidades reales del reparto urbano.
Reglas realistas de carga y descarga: adaptadas a la operativa diaria y no solo a objetivos teóricos.
Retos en el día a día
Aunque la normativa es la preocupación principal, no es el único reto que enfrenta la distribución urbana. Según los datos:
71 % de las empresas ha incrementado sus operaciones urbanas, sobre todo por el aumento del comercio online.
68 % ve grandes dificultades para electrificar sus flotas, principalmente por el alto coste de los vehículos y la falta de puntos de carga.
En digitalización, el 70 % cree que es clave para el futuro, pero solo un 23 % se considera realmente avanzado en este aspecto.
2 de cada 3 empresas tienen problemas para encontrar y retener talento, lo que ha obligado a mejorar salarios y ofrecer más formación.
Soluciones que ya están sobre la mesa
No todo son obstáculos. El estudio también muestra iniciativas que podrían mejorar la eficiencia y reducir el impacto ambiental de la logística urbana:
Descarga nocturna: el 50 % de las empresas la ve como una buena alternativa para evitar tráfico y cumplir con las restricciones horarias.
Lockers y puntos de conveniencia: el 47 % apuesta por ampliar estos sistemas para facilitar la recogida de pedidos y reducir entregas fallidas.
Ambas soluciones requieren, nuevamente, normas claras y coordinación con las ciudades para ser realmente efectivas.
Mirando a otros modelos en Europa
En el congreso, se presentaron ejemplos de otras ciudades:
París está acelerando la transición a flotas sin emisiones, aprovechando también el transporte fluvial para mover mercancías y recuperando espacios logísticos dentro de zonas densamente pobladas.
Berlín está replanteando el uso del espacio público, priorizando peatones y bicicletas, y reduciendo la circulación de vehículos contaminantes.
En ambos casos, hay un elemento común: una planificación a largo plazo y unas reglas claras que no cambian de un mes para otro.
Lo que está en juego
Si España no avanza hacia una logística urbana más segura y previsible, el riesgo es doble: por un lado, se frena la inversión y la innovación; por otro, los ciudadanos podrían ver un servicio más caro, más lento y menos sostenible.
María Tena, directora de logística y transporte de AECOC, resumió el mensaje del sector: sin seguridad jurídica y sin plazos realistas, será muy difícil liderar el cambio hacia una logística urbana sostenible. Pero con una base sólida de normas claras, España tiene la oportunidad de estar en primera línea de esta transformación.
Reflexión final
Mi lectura es que la logística urbana es un sistema delicado que necesita equilibrio entre eficiencia, sostenibilidad y viabilidad económica. Y ese equilibrio no es posible sin reglas claras y estables.
Cada vez que un paquete llega a su destino, es el resultado de cientos de decisiones y ajustes que muchas veces no se ven. Si esas decisiones se toman sobre un terreno inestable, el sistema se resiente. Pero si se trabaja con previsión, apoyo técnico y coordinación, la logística urbana puede convertirse en un ejemplo de cómo mover mercancías de forma rápida, limpia y eficiente.