Cada vez que participo en debates sobre el futuro de la logística en España, me queda muy claro que este sector no está en un punto de llegada, sino en un momento de inflexión. Necesita un entorno que lo respalde: infraestructuras modernas, reglas estables y compromiso real con la sostenibilidad y la transformación digital. Lo dijo con claridad Francisco Aranda, presidente de la patronal UNO: nuestra industria requiere un escenario favorable para seguir avanzando.
Distribución urbana: clave para mejorar las ciudades
Un ejemplo práctico de este entorno favorable es la distribución urbana de mercancías, conocida como DUM. En Cataluña ya se han incorporado cerca de 20 000 puntos de conveniencia: casilleros o puntos de entrega que optimizan el reparto y fomentan el comercio local.
La logística urbana, en lugar de incrementar el tráfico, permite que un solo vehículo concentre muchos envíos. Es como si fuera un autobús de paquetes, necesario para evitar atascos y restar contaminación. De hecho, estos sistemas generan entre cuatro y nueve veces menos tráfico que la distribución tradicional, y entre 1,5 y 2,9 veces menos emisiones que un comercio físico de calle.
Políticas públicas con visión de futuro
Para sostener esos avances, las administraciones tienen que actuar con decisión. Simplificar permisos para reparto nocturno, favorecer la instalación de taquillas, respaldar zonas de bajas emisiones y hacerlo con reglas claras y participadas: eso es lo que piden los profesionales del sector.
No vale sancionar sin guías claras. El caos regulatorio actual —con restricciones imprecisas y falta de plazos— está frenando la eficiencia de las empresas. Si queremos seguir creciendo, necesitamos marcos normativos estables, realistas y sobre todo negociados con quienes operan el servicio.
Cataluña, ejemplo de dinamismo
Cataluña ya destaca como una región muy competitiva en logística. La combinación de tejido industrial, inversión en infraestructuras, capacidad innovadora y ubicación geoestratégica la sitúan como un nodo estratégico entre Europa, Asia y África.
Pero este liderazgo exige continuidad: liberar suelo logístico, reducir cargas tributarias, ofrecer normas claras, atraer talento y fomentar alianzas público‑privadas. Así se construye un ecosistema eficiente y preparado para el futuro.
Sostenibilidad y digitalización: pilares estratégicos
El sector logístico está en plena transformación. No es casual que la sostenibilidad y la digitalización aparezcan como demandas prioritarias: hace falta menos contaminación, menos ruido y procesos más inteligentes.
Ya no sirve solo tener flotas modernas: hace falta infraestructura de recarga, centros de distribución energéticamente eficientes y movilidad urbana respetuosa con el entorno. Al mismo tiempo, integrar datos, automatización, inteligencia artificial y seguridad digital no es un lujo: es indispensable para competir hoy y mañana.
Una visión integral
La transformación real no viene de una sola iniciativa, sino de combinar muchas. En mi visión, necesitamos:
Distribución urbana eficiente, con DUM y puntos de conveniencia que armonicen con la ciudad.
Regulación clara, que simplifique trámites, dé tiempo de adaptación y permita participación real.
Inversión pública‑privada, tanto en suelo como en talento logístico.
Espacios logísticos modernos, conectados y energeticamente inteligentes.
Tecnología y seguridad, incluyendo digitalización y ciberprotección como estándares.
Lo que está en juego
Si no conseguimos este entorno favorable, el riesgo es claro: pérdida de competitividad, fragmentación y un sistema que no responde a las urgencias de las empresas y la sociedad.
Pero si lo logramos, podemos convertirnos en un hub logístico de referencia en el sur de Europa. Un lugar donde los envíos sean eficientes, limpios, digitales y económicamente viables.
Mi reflexión final
En resumen, la logística ya no es un mero servicio, es un pilar estratégico que une industria, urbanismo y sostenibilidad. Para que siga cumpliendo esa función, hace falta que las instituciones impulsen un marco favorable: reglas claras, suelo cómodo, inversiones inteligentes y visión de futuro compartida.
Estoy convencido de que podemos construirlo. Solo hace falta voluntad, coordinación y compromiso entre todos. La logística lo necesita. Y el país también.