Cuando alguien pasa casi toda una vida profesional ligado a un sector tan complejo y cambiante como la logística, su voz no solo tiene valor: se convierte en memoria viva. Y eso es precisamente lo que representa Luis Rosa, presidente de ATEIA-OLTRA Valencia, quien se jubila después de décadas de dedicación con un legado que ha transformado el puerto de Valencia y la profesión del transitario en nuestro país.
En este artículo quiero compartir lo que significa su retiro, los retos que ha enfrentado, los logros alcanzados y por qué su visión sigue siendo clave para entender el presente y el futuro del sector logístico.
Una carrera marcada por el compromiso
Luis Rosa no es una figura más del sector: es parte de su historia. Comenzó su recorrido en Valencia como director de Muñoz y Cabrero, procedente de Barcelona. Se encontró con un puerto dominado por agentes de aduanas y consignatarios, quienes entonces eran las figuras más respetadas. Pero fue testigo y protagonista de la entrada en escena de una figura que cambiaría la logística en España: el transitario.
Esta profesión ya estaba consolidada en otros países europeos, pero en España todavía no contaba con reconocimiento legal. Gracias al trabajo de entidades como FETEIA y el impulso de personas como Rosa, en 1987 se incluyó oficialmente en la Ley de Ordenación del Transporte Terrestre (LOTT), reconociendo al transitario como un actor esencial en el transporte internacional.
Desde entonces, Luis ha sido un defensor incansable de la profesionalización del sector.
Una vida dedicada a ATEIA
Rosa ha estado vinculado a ATEIA Valencia desde sus inicios. Fue su primer presidente en 1978, cuando las empresas locales comenzaron a creer en el potencial del mercado valenciano. Años más tarde, en 1998, regresó a la organización como secretario general y, desde 2003, ha sido su presidente.
Bajo su liderazgo, ATEIA se ha consolidado como una voz autorizada dentro de la comunidad portuaria, defendiendo los intereses del transitario, promoviendo la formación y la adaptación del sector a los tiempos modernos.
Luis se jubila en agosto, aunque seguirá vinculado al comité ejecutivo hasta que se celebre la asamblea electoral que decidirá su sucesor. Según él mismo afirma, será una salida progresiva, y seguirá estando disponible para lo que la asociación necesite.
El caso Competencia: una prueba de resistencia
Uno de los momentos más duros en su carrera fue el proceso abierto por la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) —actual CNMC—, que acusó a varias asociaciones portuarias, entre ellas ATEIA, de limitar la competencia mediante acuerdos sobre precios.
Luis Rosa no se escondió. A pesar de la presión, las multas millonarias (13 millones de euros en el caso de ATEIA Valencia) y la incertidumbre, permaneció firme, liderando a la asociación hasta que el caso se resolvió.
Finalmente, se logró una quita del 99 % de la deuda, tras la presentación de un expediente de suspensión de pagos y la aceptación judicial de las circunstancias reales.
Este episodio marcó profundamente al asociacionismo en el puerto de Valencia, pero también reforzó la imagen de Rosa como alguien comprometido, honesto y con vocación de servicio.
El puerto de Valencia: de 800.000 a más de 5 millones de TEUs
Cuando Rosa llegó a Valencia, el puerto movía apenas 831.865 TEUs. Hoy supera los 5,47 millones, una cifra que deja clara la transformación que ha vivido en poco más de dos décadas. Este crecimiento no fue casual. Fue fruto del trabajo de muchas personas —como él mismo reconoce— que salieron a vender el puerto al mundo: a China, al centro de España, y a donde hiciera falta.
Hoy, Valencia es un referente logístico no solo en España, sino en Europa. Y gran parte de esa evolución se debe a la profesionalización del sector, la colaboración entre empresas y el impulso constante por modernizarse.
El futuro: infraestructuras y tecnología
Pese a su jubilación, Rosa tiene claro que el trabajo no ha terminado. El futuro del puerto de Valencia, dice, pasa por conseguir las infraestructuras necesarias, tanto por carretera como por ferrocarril. Además, insiste en algo que muchas veces se pasa por alto: la coordinación entre administraciones como Sanidad, Hacienda o Agricultura. Porque una buena logística no depende solo de los camiones y contenedores, sino también de trámites fluidos y eficaces.
También habla del papel de las nuevas tecnologías. Si bien reconoce que algunos servicios que antes ofrecían los transitarios ahora también los proporcionan plataformas tecnológicas, cree que la experiencia, el conocimiento y la eficiencia del transitario siguen siendo insustituibles.
Un ejemplo de relaciones humanas
Luis Rosa no solo ha sido un gestor. Ha sido un conciliador. Destaca con orgullo la buena relación que siempre ha mantenido con los sindicatos y la Administración. Afirma que, aunque han tenido discusiones —como es lógico en cualquier negociación—, siempre ha reinado el respeto y la búsqueda de acuerdos. Esa paz social, dice, ha sido fundamental para el buen funcionamiento del puerto.
También resalta el papel de la Marca de Garantía, una iniciativa que ha fomentado la colaboración entre navieras, terminales, transportistas y otros actores del puerto. Porque cuando todos reman en la misma dirección, los resultados llegan.
Una despedida que no es final
Luis Rosa se jubila con la satisfacción del deber cumplido, pero también con la sensación de que nunca se deja del todo un mundo como la logística. Él mismo lo dice: tiene muchos amigos en el sector y demasiadas historias como para dar la espalda por completo.
Junto a su mujer, que también se jubila este año, comienza una nueva etapa. Pero su legado y su influencia seguirán muy presentes en ATEIA, en el puerto de Valencia y en cada profesional que, gracias a su trabajo, tiene hoy una profesión reconocida y valorada.